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Durante años el Camino Portugués empezaba en Oporto, así que a partir de aquí se observa mayor ambiente de peregrinación a Santiago, de hecho todavía muchos peregrinos empiezan su aventura jacobea en esta ciudad. La etapa es larga y exigente al mismo tiempo que bonita e interesante, condimentada con todos los ingredientes de la trashumancia cicloturista, zonas urbanas, otras rurales y bucólicas, calles y carreteras asfaltadas o adoquinadas y pistas de tierra. Además el Camino nos ofrece la posibilidad de conocer algunos sitios singulares cargados de historia y bonitas ciudades como Barcelos y Ponte de Lima.
Etapa 5: OPORTO - PONTE DE LIMA
pronto del bullicio del tráfico. Todo este tramo coincide con la Karraria Antiqua, la calzada medieval que antes fue romana y por donde luego se superpuso la vieja carretera nacional. Cruzamos la vía de cintura primero y después la circunvalación, siempre en línea recta llegamos a Recarei, cruzamos la autopista y entramos en Araujo. A la salida de la localidad, tras una capilla de piedra y a la altura de un busto del Dr. Eugenio Pinto Franco, giramos a la derecha y salimos a un amplio vial adoquinado que nos baja hasta el puente de origen romano de Barreiros, sobre el río Lega. A la salida del puente nos vemos en la necesidad de cruzar la N-13 por un lugar peligrosísimo para hacerlo con las bici, pues hay que elevarlas por encima del guardarail de separación de los dos sentidos de circulación y a la salida de una curva. Se recomienda tomar la N-13 en el sentido del tráfico hacia la derecha y en unos 400 m existe un cruce que te permite cambiar de sentido con menos peligro y volver por la N-13 en sentido contrario hasta el cruce del puente. Retomamos la misma pista adoquinada al otro lado de la carretera y subimos hasta la Iglesia Nª Sra. do Bom Despacho, patrona de la Cámara Municipal de Maia, un sencillo templo con fachada de azulejería.

Continuamos por el lateral de la iglesia y después de un descenso aparece un gran viaducto de la autopista, giramos a la derecha, pasando bajo el mismo, en dirección a la zona industrial Maia. Seguimos siempre por asfalto pero en un entorno algo más campestre, con algunos maizales que alivian la vista, siguiendo siempre las indicaciones de Zona Industrial Maia. Después de la zona industrial la etapa nos lleva a atravesar Vilar do Pinheiro, pueblo con algunas bellas casas de arquitectura tradicional y calles adoquinadas. A continuación vamos a Vilar, atravesamos la localidad y salimos por una carretera secundaría en dirección Giáo que durante los siguientes 11 km va a ser nuestra guía, una vía con tráfico medio, sin arcén y embutida a veces entre muros de piedra. Cruzamos Giao y sin dejar el asfalto llegamos a Vilarinho donde lo mejor de la localidad es la plaza, con una enorme pradera de hierba, bancos y buena sombra de plátanos. Salimos de Vilarinho por la rúa Ponte d'Ave, cruzamos la N-104 y como a 1 km dejamos el asfalto y cogemos por la derecha un camino que baja hacia la Ponte de Zameiro. Seguimos el trazado del antiguo camino medieval en busca del bello puente románico de piedra del siglo XI que salva el río Ave.
Tras tanto asfalto y zona urbana la vista del vado reconforta el ánimo y nos confirma por dónde circulaba el viejo camino medieval de Porto a Barcelos. El lugar requiere una parada para admirarlo, descansar un poco y tomar constancia de nuestro paso por allí con nuestras máquinas.
La ciudad ducal de Barcelos, que recibió sus fueros en 1140 de manos de Alfonso I de Portugal, era en el siglo XVI una ciudadela gótica ceñida por poderosas murallas con una torre que defendía el paso del río y otra, la Torre de Menagem, donde vivía el alcaide y que aún existe, en lo alto de la colina. Barcelos es sobre todo la ciudad de la leyenda del gallo. Cuenta ésta que la ciudad andaba alarmada por ciertos crímenes inexplicables hasta que un día apareció un gallego que se tornó sospechoso. Él juró que no era más que un peregrino inocente camino de Compostela, pero fue prendido y condenado a la horca. Antes de ser ajusticiado pidió que le llevaran ante el juez, que en ese momento daba un banquete a unos amigos. Ante la insistencia del reo, el magistrado dijo: "Es tan cierto que eres inocente, como que este gallo asado que nos vamos a comer cantará cuando te ahorquen". Para sorpresa de todos, así sucedió, al igual que el caso de la gallina de Santo Domingo de la Calzada, el gallo cantó y la ejecución fue paralizada a tiempo. Años después, el gallego volvió para levantar en Barcelos un monumento a Santiago y a la Virgen. El gallo se ha convertido en emblema de Barcelos y también de todo Portugal.

Y algo de milagroso realmente debe rondar por estos lares en virtud de de la experiencia vivida por nosotros mismos. Cuando llegamos a la ciudad y antes de cruzar el puente sobre el río Cavado, nos paramos a hacer fotos de la bella panorámica y entre otros Blas que, después de la parada fotográfica, se dejó su cámara en el lugar. Entramos en la ciudad dimos un paseo turístico, comimos en la plaza y casi dos horas después, cuando ya nos marchábamos continuando la etapa, Blas se percató de que le faltaba la máquina de fotos. Lo primero fue regresar al restaurante de la plaza para ver si se había quedado allí, pero no. El hombre ya estaba resignado a que había perdido la máquina y lo que era peor las fotos que había hecho durante el viaje. Al final, tras hacer un recordatorio de cuándo y dónde fue la última vez que la había usado, llegamos a la conclusión que debió ser en la llegada antes de cruzar el puente. Insistimos en que fuera a buscarla y Blas, convencido de que ya estaba perdida no quería ir, casi a regañadientes volvió a cruzar el puente y ¡milagro! un lugareño de buen corazón se la había encontardo y se la devolvió. Después de nuestro "particular milagro" volvimos a atravesar Barcelos para continuar la última parte de la etapa.
A. Sánchez se fue con Manolo en la Furgo, bajo la creencia de que en el hotel de Ponte de Lima había Spa e iba decidido a esperarnos disfrutando de un relajante baño. El resto continuamos hacia la provincia de Minho. El paisaje se vuelve más verde aún y más abrupto. Como en Galicia, los núcleos rurales se empequeñecen y dispersan. Tendremos que superar dos pequeños collados, el alto da Pórtela, a la salida de Barcelos, y el alto da Albergaría, puerta de entrada al valle del río Lima, por un entorno rural muy estimulante.
Hoy conduce la furgo Manolo y a partir de Barcelos lo acompañará A. Sánchez.
Salimos del Hotel hacia la Plaza da Libertade y continuamos por la rua y torre dos Clérigos. Después la Universidad de Oporto en la Plaza de Gomez Texeira, en la que en una de sus esquinas se encuentra la iglesia de las Carmelitas que, como la mayoría de las iglesias portuguesas, posee preciosos mosáicos de azulejos en su portada y fachadas. Continuamos dejando en la acera de la izquierda la fachada de azulejos de la iglesia y entramos en la famosa rúa de Cedofeita, una larga calle comercial muy popular en Oporto. Cedofeita es además el inicio de una larga travesía, siempre en la misma dirección, que nos sacará de la ciudad tras una secuencia de calles en línea recta donde Jorge mete el turbo para escapar
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Después del puente sobre el río Ave, el camino atraviesa una congregación de casas. Antonio Sánchez se adelanta al grupo, seguramente buscando una "iglesia" donde echar unas birras, el Camino está bien señalizado y él se siente autosuficiente. El grupo sigue su ritmo detrás de Antonio. Salimos de nuevo a la carretera por la que volvemos a circular unos km hasta llegar a S. Mamede, en la que nos internamos por la calle principal adoquinada, entre grandes y hermosas quintas de recreo. La calle principal nos deja en la calzada de Estalagem, un camino amplio y adoquinado que continúa entre muros.

En las inmediaciones de Barros el Camino gira a la derecha y, tras pasar por debajo de la autopista, se convierte en pista de tierra en un precioso paisaje de viñedos con la Iglesia de Sao Miguel de Arcos silueteada al fondo en lo alto de una pequeña colina. Antes de llegar al pueblo retomamos la carretera para cruzar un arroyo por un antigua puente de piedra afeado con unas balizas de altura, seguramente para evitar que pasen vehículos grandes. Después de atravesar la localidad sigue un tramo precioso entre viñedos, maizales y bosques de eucalipto antes de llegar a S. Pedro de Rates, una villa histórica anterior a la romanización. Era un lugar de paso de una vía romana, y ahí comienza uno de los caminos de Santiago portugués. Este pequeño y monumental pueblo es toda una sorpresa. Nació en torno al monasterio fundado aquí, al pie del camino medieval a Santiago, por el conde D. Henrique y su mujer la condesa doña Teresa en 1100 bajo la advocación de Sánelo Petro de Ralis. Lo que queda del recinto conventual es una vigorosa iglesia románica del siglo XII, con añadidos góticos, en la que que A. Sánchez nos esperaba pacientemente. El primer albergue oficial del Camino Portugués, inaugurado el 25 de julio, día de Santiago, de 2004, se encuentra casi a la salida del pueblo. La credencial nos la sellaron en una tienda cercana que regenta la misma señora del albergue.

La etapa continúa con unos km de agradable paseo en un ascenso suave y casi imperceptible. Pasado Pedra Furada, empieza a descender en busca del cauce del río Cavado, donde se asienta la monumental Barcelos.
Atravesamos de nuevo Barcelos retomando el trazado del Camino y a continuación un tramo bien señalizado nos lleva a la pequeña iglesia de Vila Boa. Desde su portada principal seguimos hacia el cementerio por una calzada adoquinada pasaremos junto a un cruceiro y cruzamos la línea férrea del Minho. Vamos dejando atrás el valle del Cavado; la ruta se irá empinando durante los siguientes cinco kilómetros. Siempre en ascenso pasamos por Lijo, Gándara y Bouças para salir al final a la iglesia de Pórtela, en cuyo atrio hay un cruceiro con un bordón y una calabaza tallados. Por detrás de la iglesia subimos a sellar en el bonito albergue de A Recoleta, donde coincidimos con un grupo de portugueses en bici con los que iremos coincidiendo hasta el final de etapa.
Después volvemos a la nacional para terminar de remontar el collado y continuamos por ella en la bajada un tramo y la abandonamos por la izquierda para acercarnos a Aborim. La estación se muestra a nuestra derecha. Pasamos por la iglesia y bajando unas escaleras atravesamos una explanada donde hay un bonito cruceiro. Cruzamos las vias del tren, a continuación la nacional y entramos en un tramo de sendas y caminos entre maizales que nos llevan al puente das Taboas sobre el río Neiva. Posiblemente su basamento es romano pero lo que ahora vemos tiene mucho más de medieval. Al paso por el puente el río se embalsa y existe una pequeña playa en la que no pudimos resistir la tentación de darnos un refrescón.

Durante los siguientes 8 km la etapa avanza a media ladera, en ligero ascenso por carreteras y caminos vecinales bien señalizados. Dejamos atrás al grupo de portugueses antes de llegar a Vitorino dos Piaes donde los parroquianos daban la bienvenida a su pastor D. Anicieto con una portela decorada en el acceso a la iglesia. Pasamos por delante de la iglesia, atravesamos la localidad y seguimos ascendiendo poco más de 1 km para salir a la N-204 y terminar de coronar el Alto da Albergaría la última subida de la etapa. Bajamos a Seara por caminos entre parras y continuamos por el viejo camino medieval entre Barcelos y Ponte de Lima. Pasamos por delante del cruceiro de Pedrosa, el puente y la capilla de Nª Sra. das Neves, y al final desembocamos en una preciosa arboleda que orla la fachada del río Lima por donde alcanzamos el final de de una preciosa e intensa etapa.

La entrada está en sintonía con la ciudad a la que llegamos, Ponte de Lima, una ciudad medieval y monumental, pequeña y agradable, donde las arboledas, el río, el puente romano-medieval y el sosegado ritmo de una vida aún a escala humana incitan a quedarse. La ciudad debe nombre y emplazamiento a un puente de piedra sobre el río Lima construido en época del emperador Augusto en la ruta Bracara (Braga)-Asturica Augusta (Astorga), paso clave durante siglos en las comunicaciones de la región del Minho y punto de tránsito obligado para los peregrinos que iban a Santiago por el Camino Portugués.
Tras acomodarnos en el Hotel disfrutamos de un relajante paseo deleitandonos con el atardecer en la playa fluvial, con el puente como telón de fondo y realizamos la oportuna visita a los principales monumentos de la ciudad, que además dispone de bonitas casas señoriales con fachadas gótico-manuelinas y palacetes de familias pudientes de finales del siglo XIX. Mientras cenábamos en un restaurante del paseo marítimo desfiló delante de nosotros una pequeña procesión con el cura a la cabeza del grupo de feligreses que cantaban siguiendo sus pasos.
Nos hospedamos en el Hotel & Spa IN LIMA +351 258900050, un hotel moderno con buena relación calidad precio, recomendable, aunque lo del Spa solo lo tiene en el nombre, o al menos en esa época no estaba abierto, por lo que el amigo A. Sánchez no pudo disfrutar de su deseado baño de Spa. Además tuvieron la amabilidad de reasignarnos dos habitaciones triples por 3 dobles por un módico coste añadido.